miércoles, 7 de mayo de 2014

CAP 3

Capitulo 3
Torre de color carmesí

L
os deformes se acercaron sin algún miedo, con una confianza asombrosa. Las personas estaban sedadas y en extasís completa, todos menos la diva se acercaba.
Jaja. ¿Pero qué pasa Aerilla?
La voz tan elegante y temible hizo temblar a Aerilla de solo escuchar las risas secas del joven hombre.
N-nada…
Respondió ella, estaba aterrada.
¡Oh! 
Exclamó él.
Es cierto, tu eres vegetariana, que bueno que acabo de encontrarme con unas manzanas. 
La voz del hombre era joven pero plantaba miedo.
¿Están… frescas? 
Pregunto con la mirada plantada en el suelo, no podía verle directamente.
¿Pero qué dices?... ¡Claro que no! 
Ella tenía la mínima esperanza de que en un nuevo lugar, tendría un poco de comida más sana.
L-lo siento. 
Gimió ella tratando de alejarse dando pasos.
 ¿Quieres mi perdón? 
Se acerco, un paso tras otro paso, la tomo de la barbilla fina y la obligo a mirarlo fijamente.
Sencillamente, tienes potencial y por lo tanto: hasta no ver que llegues a tu calidad máxima no te daré absolutamente nada mejor. 
Habló sonriente y con un tono tan cínico que simplemente, con escucharlo una vez nunca se olvidaría.
Bueno, te buscaré un poco de fruta fresa… Fue una maravillosa primera función. 
Se despidió con una pose y girando la cabeza en tres cuartos, es un hombre raro.
Todos los demás… ¡Preparen el banquete! 
Y desapareció en un parpadeo, una cobija de oscuridad lo cubrió dejando un rastro ameno.

El primero en dar un paso fue Alex, su paso firme conforto a los demás que lo siguieron, tomaron gentilmente las manos de las mujeres atrapadas, las ayudaron a levantarse y después… Las tomo del cabello y las azotó contra una mesa, tomo una: cabello negro, cara fina, piel morena y con los ojos vendados. La ropa era unos jean’s y una camisa azul obscuro. Elionor y Jessica las tomaron de las manos, Erial tomo con fuerza las piernas.
Bueno, será rápido. 
Dijo, tomó un serrucho con el mango color negro de piel y una hoja limpia, sin algún rasguño o algo similar.
Por favor, no ensucies. 
Dijo Emilian, quien estaba haciendo malabares con pinos de boliche.
Sabes que luego tenemos que limpiar. 
Es cierto… Pero que es el primer banquete sin una buena preparación. 
No me importa, no hagas unas manchas. 
Alex gruño entre dientes, solo los dientes de la cabeza superior. Tomo un lazo tirado, se acerco y ahorco a la mujer. La mujer trataba de gritar más nunca logró exclamar un grito, solo sonidos débiles que incomodaban a Aerilla. Pataleaba con todas sus fuerzas, pero no podía más que moverse unos cuantos centímetros, hasta que dejo de respirar.
Contento. 
Dijo enojado Alex.
Complacidos. 
Respondió Conventan.
Alex retomo la hoja de metal y corto delicadamente el cuello, con cortes fuertes pero sin desgarrar mucho la carne necesitaba que estuviera en la mejor forma. Dejaba caer la cabeza en un cesto, escurría un poco de la sangre y los demás se llevaban el cuerpo.


Así siguieron con cada mujer, durante unas tres o cuatro horas les quietaron el aliento a unas cuantas mujeres. De edades variadas, razas variadas y seguramente, colores variados.
Primero lasas ahorcaba y luego las degollaba. A los hombres solo golpeaba en la cabeza con un martillo y las reventaba con el impacto. Después cortaba el cráneo destrozado del cuerpo desgarrando el cuello. Fueron unas cuantas personas a las que decapitaron, todos estaban felices por semejante festín, todos menos Aerilla y Hidey.
Aquí tienes. 
Dijo Hidey con la voz de un niño, un niño serio. Cargaba un canasto con manzanas y naranjas frescas, algunas cuantas podridas y apestosas.
Gracias, ¿te quieres sentar? 
Preguntó Aerilla palmeando la madera a su costado.
Claro. 
Hidey se sentó y ambos observaron el cielo, sus cabello rojos resaltaban con la luz de la luna, el cielo oscuro e infinito. La banca a seis metros sobre el suelo les daba una hermosa vista, pero muy triste.


Ambos quedaron en silencio, ambos estaban encantados con el cielo hasta que Aerilla sintió la necesidad de hablar.
Jack fue muy bueno. 
No tuvo porque hablarte así. 
Lo sé… Pero me consiguió fruta fresca, casi siempre me da comida podrida. 
Dijo con ánimos.
Pero en esta ocasión no será diferente… Mañana regresará con comida echada a perder. 
Hidey no miraba a Aerilla, solo al cielo y hablaba con poca alegría, como si estuviera muerto.
Es cierto, pero, hay que agradecer esto ¿no? 
Ella agarró una manzana roja en buen estado y se la extendió al chico, él negó con la cabeza y tomo una manzana podrida.
Yo comeré lo que está en mal estado. 
¡No! Tú comerás igual que yo, así que arroja esa manzana al vacío y toma una fresca. 
Aerilla estaba enojada por esa acción, ¿estaba segura de querer arrojar la comida podrida? A final de cuentas, ella también estaba podrida.
Aerilla miraba sin pestañear a Hidey.

Está bien. 
Acepto Hidey depositando la manzana putrefacta a un lado y la cambió por la naranja más regordete.




Quedaron en silencio nuevamente, pero en esta ocasión el chico habló.
 ¿Qué te pareció el público? 
Me gustó mucho, Jack solo aplaude dos o tres veces… Ellos aplaudieron muchas veces. 
Es que eres buena. 
No digas tonterías, yo solo cantó porque tengo que hacerlo… Nací para ello. 

Y nací podrida. 

No habló Hidey, él solo podía escuchar paciente, dio respiro y exhaló largamente, giró para verla a los ojos, y…

Vaya, ¿por qué no nos dijeron que estarían aquí arriba observando la ciudad? 
Preguntó Jessica con una sonrisa. Atrás estaba su hermana.
Pregunta, ¿podemos sentarnos? 
Elionor camino temerosa.
Ah… Claro. 
Asintió Aerilla con la voz débil.
Gracias. 
Agradecimiento, gracias.
Habló una tras la otra.
Tomaron asiento en la banca de madera gastada, estaba cerca del pico de la torre más pequeña, sostenida por una gran estructura metálica. La primera torre y más pequeña era donde vivían los deformes, estaba opacada por las dos más grandes.
Increíble presentación Aerilla. 
Felicitó Jessica.
G-gracias…

Aerilla estiro las piernas de venado y las flexionaba, como si fuese una niña en un columpio. Le gustaba sentir el aire en sus piernas.
Felicitación, tu también Hidey. 
Elionor hablaba de una manera muy peculiar, pero eso le daba una distinción poco convencional.
Gracias… Ustedes también fueron increíbles. 
Aceptación, gracias por el apoyo. 
Dijo Elionor recargándose de su hermana en el hombro.
Regresó el cumplido y tomo una manzana podrida, la mordió y la trago como si nada, como si fuese normal, de hecho, era normal.
Arrugó la nariz por el sabor, comer una fruta fresca y jugosa no tenía el mismo sabor que una manzana aguada, arrugada y con colores asquerosos.
Será mejor guardar las manzanas buenas. 
Sugirió Aerilla tomando otra naranja podrida, pero esta era verde. O se suponía que era verde, ahora era marrón.
Pero no por mucho tiempo, sino no tendría sentido. 
Comento Jessica con el tono amable.
Gracias, es cierto… Pero, ¿a nosotros nos han guardado tanto tiempo? 
Pregunto Aerilla con la mirada baja.
 
¿Antes éramos frescos? 
No, nosotros siempre hemos sido así. 
Contesto Jessica seria,
Negación, nosotros somos, fuimos y seremos deformes y podridos… Por eso estamos aquí. 
Complementó Elionor.

Yo no creó eso. 
Hidey miro fijamente a Aerilla.
Yo creo que somos frescos… Sí somos diferentes, somos poco convencionales y estamos deformes… Pero no significa que estemos podridos, solo estamos, renaciendo. 
Dijo Hidey con voz firme, cuyo tono de voz y palabras reconfortaron un tanto a las tres. Todas sonrieron y Jessica dijo:
Sabes, Hidey eres una persona fuerte. 
Cumplido, tienes suerte de ser amiga de él. 
Elionor se las dijo a Aerilla estirando la mano con más plumas señalándola.
No, yo soy de ella. 
Corrigió Hidey.
No digas cosas tontas, tu eres normal… Tienes un don y no una maldición, tocas los instrumentos como un dios, y al mismo tiempo, tú no estás podrido. 
Contesto Aerilla.
Así me gusta verte. 
Dijo Jessica.
¿Cómo? 
Aerilla estaba confundida.
Respuesta, así de enérgica. 
Respondió Elionor.
Yo te ayudare a lidiar con esto. 
Reconforto Hidey, dándole un abrazo.
No tomes en cuenta que Jack nos llame “Fruta podrida”, no le pongas tensión a sus comentarios.



Dentro de la carpa, las frutas llevaban los cuerpos a la segunda torra, una carpa de color gris muy alta, fácilmente unos nueve metros. Tomaron los cuerpos y con ganchos los colgaron para escurrir la sangre.
Como cerdos. 
Menciono la misma voz, su sombra se destapo un poco con la luz, un traje negro con muchas roturas. Una corbata roja como la sangre. Zapatos brillantes como ojos negros. Y un sombrero de copa negro con una rosa carmesí, cartas de póker con un diseño muy elegante y un listón carmín enrollado, ajustando la rosa y cartas para luego descender.
Sin dejar ver su cara.
Camino pacientemente, tomo su bastón con calavera, en su totalidad color negro, y en las manos con guantes blancos como el pelaje de un conejo. Sumergió el objeto, bajo y corto con mucha facilidad a un cuerpo ya sin piel, era de una mujer y dejo caer de su vientre una figura. Una bolsa a la que dijo:

Cómanselo… Eso no tendrá futuro. 


Seguido, casi al momento de recitar la última palabra Aly lo comió. Pero ella pensó: -Perdón, no quiero… Perdón, no quiero hacerte esto… Discúlpame-.

Déjenlos escurrir, en unas cuantas horas empiecen a preparar los platos. Traje los vegetales, la fruta y todo lo necesario… Todo lo necesario para decorar, empiecen con ello. 
La figura alta y fuerte levanto sus manos y aplaudió.
¡Un gran aplauso para Alex, quien cortó sin dificultad! 

Exclamó y Alex se inclino de manera agradecida, le encantaba cortar, su cuerpo fornido le ayudaba –Hubiese sido más bello si estuvieran vivos-.
 Y las bocas podían quemar o fundir sin problemas.

Seguido de esto, el hombre del traje dio media vuelta y desapareció entre sombras, con un aire congelado.

La torre se apagó.

sábado, 26 de abril de 2014

Capítulo 2

Capitulo 2
Primera función

L
as luces deslumbran, los brillos opacan y la gente aspira un espectáculo divertido y entretenido como cualquier otro espectáculo, pero no es un solo y simple espectáculo. Es el espectáculo de los deformes.
La luz deja ver el escenario circular de colores muy llamativos con un achurado muy peculiar: ramas, ondas de agua y unas que otras hojas grandes de nenúfar. Focos enormes a los costados, tres torres metálicas enormes y columpios suspendidos en el techo.
Todo inicia con un apagón eminente, y vacío, el aire esta vació.
¡Hola mis querido compañeros, yo soy su maestro de ceremonias en este circo… La Gran Carpa! 
Decía una voz, pero la voz no tenía procedencia, solo se escuchaba el eco y no el origen.
¡Yo apareceré hasta el final para ver que les pareció! Y sin más que hablar les presento a ¡Los payasos Emilian y Conventan! 
Seguido de esto, dos luces amarillas y una verde enfocaron al centro, durante dos segundos no sucedió nada, pero una figura llego aterrizando con sus dos piernas. De un salto por lo menos de dos o tres metros de altura, era una figura aparentemente simple, solo por dos cosas: Una era que tenía dos cabezas. Y dos, no se les veía la cara por dos mascaras de plástico, las caras del teatro.
Mucho gusto. 
Dijo una voz fémina.
Es un placer servirles. 
Dijo otra gruesa.
Ya nos han presentado, pero de qué sirve hablar si no hay acción.
Tomaron un micrófono que caía del cielo, y seguido de esto apuntaron al centro del público. La luz direcciono a ese lugar y la gente iluminada tenía una tan peculiar expresión.
-Cómo lo supuse- pensó la máscara alegre, la mujer –Nos tienen horror.-
-Tranquila, verán nuestro hermoso talento.- Consoló su hermano y ambos hablaron.
¿Por qué esa cara? 
Ustedes son monstruos. 
Dijo un chico de no más de cuatro o cinco años.
Hijo, cállate
Dijo disimuladamente.
No tome cuidado por ello señora, estamos conscientes de que no somos normales y ustedes de asombrarse, pero somos dos personas completamente diferentes. Solo compartimos el cuerpo. 
Seguido de esto el ambiente se aligero, y los chicos hablaron.
¿Saben cuál es el problema de compartir un solo cuerpo? 
No sé, ¿cuál es? 
Pregunto el chico girando la cabeza en todas direcciones.
Que uno es niña y niño otro. 
Pero peor es otra cosa. 
¿Y qué es? 
Que cuando crezcas, querrán que te den por… Y mira que solo tenemos un trasero. 
La gente río nerviosamente por ese chiste, quizá bueno o muy malo que dio risa de lo malo que era.


Pasando los minutos, la gente reía a carcajadas con los chistes, ya no era raro ver a un cuerpo con dos cabezas, pero si era raro aceptarlo. Los chicos que habían pedido volantes estaban hasta delante, se veían entretenidos todos. Menos la chica que estaba ausente. El chico de lentes analizaba todo, su apariencia de payasos, un traje hecho para dos cabezas, color verde con líneas azules y una falta de ballet en el cuello, zapatos enormes y las mascaras, pero se lograba ver el cabello. Cobrizo como metal. Todo era raro y fascinante para él.
Hey chico, ¿cómo te llamas?
Pregunto la cara feliz.
Gabriel, mucho gusto. ¿Y tú? Perdón, ustedes. 
Mi nombre Emilian y Conventan. Un placer. 
Y Gabriel pensó:
-Dios que estúpido fui… Ya los habían presentado- Dejándolo más serio.
Ambas voces hablaban en armonía.
¿Te está gustando el espectáculo
Claro, solo que me cuesta reír. 
Oh ya veo, no hay problemas puedes…
Siendo interrumpido por el anuncio del maestro:
Oh gente, lamento decirles que el tiempo ha acabado. Como sabrán esto no se hace en los circos, pero no es un circo convencional. Así que pasaremos a la siguiente deformidad: ¡Alex el dragó de las mil bocas! 
Y de la nada, la luces se fueron. Pero las dos voces hablaron:
Creemos que será hasta la siguiente. 
Ambas dieron una carcajada y las luces encendieron, pero ya no estaban, el espacio estaba vacío, nuevamente.
Y de la nada una llamarada de fuego verde y azul inundo la pista, pero no lograba quemar nada, solo se mantenía circulas, como una burbuja. Cuando por fin se dispersó estaba un hombre, pero no era un hombre en su totalidad.
¡Wow! 
Exclamó el público.
Y Gabriel quedo asombrado por la figura:
Un hombre con el torso, cadera y miembro envuelto en cuero, cobijado con cadenas y cintos de cuero negro. Pero las piernas y manos descubiertas, pero en ellas bocas humanas, bocas que respiraban y exhalaban. La cabeza estaba envuelta en una máscara, una máscara de dragón. Cuando se presento hablo con la boca detrás de la cara artificial de escamas artificiales.
Es un placer, mi nombre es Alex.
Seguido el objeto que le cubría se envolvió en llamas naranjas y su cara quedo expuesta. Una cara normal. No, normal no, hermosa, nariz fina, labios definidos, ojos rojo de reptil muy hermosos y cabello negro lacio de un tamaño corto. Todo sacado de una moneda romana si no fuese por las escamas que se marcaban en el cuello hasta los cachetes. Y esos ojos rojos que miraban todo.
Un placer, todos son personas fugases
Dijo con otra boca, una del brazo izquierdo cerca del hombro.
Espero deslumbrarlos con mi fuego. 
Habló con otra situada debajo de la rodilla del pie derecho. 
Todas abrieron la boca y escupieron fuego de colores pálidos y fríos. Haciendo un espectáculo altamente hermoso.
Las llamas se levantaron en variados colores: azules, morados, negros y verdes pálidos. Bolas de fuego se levantaban y giraban alrededor de él cubriéndolo. Seguido de esto se cambiaron a grises, blancos y negros que se abrían en pequeñas llamas flotantes en el aire y caían suspensivamente, apagándose mientras descendían. Todos aclamaron con otro “Wow” fuerte, y así siguió durante muchos trucos más. Él solo pensaba tranquilamente:
-Que tan difícil es prenderles fuego a ellos-
Cuando esto acabo las bocas en general, todas y cada una de ellas hablaron con una palabra:
¡Gracias!
Y se prendió en fuego, apagándose las luces esa burbuja de llamas brillaba y disperso en un instante.


Oh muchas gracias, espero que lo agradezcan con un ¡aplauso!
Dijo la voz del maestro, y guardando un momento la gente aclamó con alaridos, aplausos y silbidos. Típica gente del año del dos mil catorce.
¡Bueno, como siguiente atracción les traemos a los gemelos malabaristas! ¡Elionor y Jessica! Aplaudan.
La gente aplaudió y cuando la luz apareció, el centro estaba cubierto de hojas de navajas, espadas, hachas, cuchillos, machetes y otros utensilios de armas pulso cortantes. 
¡¿Cómo llego eso ahí?!
Preguntaban personas, pero poca gente se empezó a dar cuenta que en medio de esa figura se encontraba una niña, una chica de doce años.
¡Hey niña! ¡¿Estás bien?!
Parecía atravesada, pero no lo estaba, no se podía ver su torso, eran las piernas de un gran felino, de un tigre y una mano tenía plumas. Además de llevar una coleta y un ojo de ave en el lado derecho en vez de uno humano.
Giro la cabeza y hablo acostada:
Negación. No estoy muerta ni lastimada.
Cuando la hermana  salé de la gran cortina de color rojo estirándose.
Oh perdón, no sabía que era nuestro turno.
Insulto. Estas tonta ¿cierto?
Giró la cabeza para ver a su hermana y la gente rió.
Pero que dices gran…
Sin terminar de hablar saltó en sus piernas de canguro y aterrizo en el mango de la espada más larga, levantando la barbilla y el pecho habló.
Soy Jessica y mi hermana la tirada es Elionor, un placer atenderles.
Levanto su mano con escamas de serpiente y se despojo el cabello del ojo izquierdo de iguana.


Elionor tomó un hacha y se la arrojo a la espalda, todos quedaron sorprendidos y aterrorizados por semejante acción. Pero Jessica la re direcciono con su pie y le clavo en el piso, tomó cuatro navajas con una mano y un machete con la otra y las arrojo, Elionor tomó en el aire las navajas y el machete lo detuvo con las garras de su pie, giró y las hojas de las navajas tomaron impulso.
La gente no entendía la razón que había iniciado la pelea, tal vez fue la demora, quizá la poca credibilidad para presentarse así, o fue de antes, se pelearon antes del espectáculo o alguien tomo la ropa interior de otra. Pero todas eran pocas razonables.
Elionor sujeto con las dos manos una gran hacha y la arrojo, Jessica la detuvo con dos espadas a las cuales pisoteó como si fuesen una patineta, dejando las armas en el aire con chispas, tomo impulso y con sus piernas cafés las pateó tan fuerte como pudo. Todos soltaron una exclamación de horror y asombro.


Elionor giro y la hala levanto varios cuchillos del suelo, los levanto y con ayuda de un machete de mango azul los golpeo del mango arrojándolos lejos y chocando con las armas procedentes de Jessica. Las armas perdieron impulso y quedaron atravesando el suelo nuevamente.
Te estás esmerando Elionor
Eligió. Igual tu Jessica.
Ambas hablaron con una sonrisa de oreja a oreja.
Saltaron con un paso hacia atrás, tomaron una espada larga y fuerte, con una hoja alucinante y corrieron atreves del laberinto cortante que inundaba todo el escenario, llegando al centro combatieron, hasta que las espadas volaron y ambas arrojaron más armas, aventando con los pies y frenando los proyectiles con las manos.
Con una vuelta arrojaron dos cuchillos que entre ellos chocaron, quedaron de espaldas y tomando la misma espada larga girando en dirección de cortar la cabeza –Jessica decidida- o atravesarla –Elionor impaciente-. Al final, en el último segundo las luces se apagaron. Y ambas hablaron con un tierno tono:
¡Gracias!
¡Pero vaya que el tiempo se nos fue rápido! Es tiempo de nuestros malabaristas. ¡Aly & Yla!

Las luces no encendieron, pero dos trazos de luz en el techo emprendían vuelo. Y hasta que al fin iluminaron eran dos personas: una persona de cabello largo y rubio –Loca irlandesa- pensaba la otra persona, con traje pegado de solo hilos y periódico viejo la cubría. Todo era normal hasta los antebrazos, los cuales estaban cubiertos de pelo. Eran de mono que llegaban hasta por debajo de la rodilla, con la mitad de la cara cubierta con una placa de plomo y la otra dejaba ver una cicatriz por encima  de la nariz, ojos esmeraldas y labios de color rosa. La otra persona tenía un cuerpo masculino, un torso marcado, brazos fuertes y como la otra, placa de plomo en la otra mitad, los ojos rosas y labios esmeralda, pero piernas de mono hasta la rodilla, con cabello amarillo chino de un lado, -inadaptado francés- Pensaba su hermana cuando veía ese cabello. Con el mismo atuendo de hilos y papel viejo.
Mi nombre es Aly.
Dijo la mujer.
Y el mío es Yla.
Dijo el hombre.
La gente exclamo de una manera positiva y miraban fijamente a la bolita de chicos adolescentes. Los de esa edad no venían, estaban saliendo con sus amigos a lugares, caminando en la calle, viendo películas, comiendo, durmiendo, platicando por medio del internet o celular, masturbándose, viendo la tele o vídeo en internet, leyendo, discutiendo o un sinfín de cosas.
No somos hermanos, que quede claro.
Dijeron ambos al mismo tiempo, la mujer sonriente y el otro serio.
La mujer tomo un columpio amarillo con su mano derecha peluda y se aventó. El hombre camino unos cuantos pasos sin alguna mínima dificultad en un hilo y salto al vacío. Aly giraba, saltaba de un en otro y tomaba con mucha agilidad cada columpio. Llegando al medio dio una vuelta y con sus pies se sostuvo en el columpio, y de las manos tomo los pies de Yla, lo impulso y este salió proyectado tomo un columpio, ambos saltaban, giraban, bailaban y caminaban por los columpios.
Aly se quedaba colgada de piernas hacia abajo y podían verse las personas pequeñas, pero no podía mirar a otro individuo que al chico de ojos verdes. Yla miraba a Gabriel con inquietud, saltada y caminaba uno o dos pasos en los columpios para dejarse caer o saltar y tomar otro, mientras Aly con sus brazos bailaba y tomaba más y más. Ambos iban rápido y seguros, ninguno se les iba, a veces se tomaban de la mano y bailaban tango en el aire o Aly tomando con el pie la cintura a Yla, mientras él la agarrada con su pie derecho, o Yla agarraba de la cintura a Aly quien levantaba sus manos y los maniobraba libremente en el cielo.
La altura los dejaba ver el piso como algo inmenso y fuerte, algo que no se movía. Las personas eran pequeñas y tiernas, indefensas e incapaces de volar. Los materiales y todo era pequeño, a veces incapaz de notar. 
En el centro estaba un aro donde se movían como animales libres. Aly gritaba de alegría y reía a carcajadas con el cabello suspendido. Yla solo miraba el piso con ganas saber que pasaba si una persona caía de ahí. 
¡Es hermoso! ¿No les parece?
Exclamaba Aly y todos alardeaban que sí era hermoso.
Cuando al final parecía que caería Yla lo tomo del brazo y la arrojo fuerte hacía arriba. 
¡Se siente como si nadara en el cielo!
¡¿Es increíble no?!
¡Es asombroso!
Decían a todo pulmón. Cuando por fin Yla le acompaño saltando todos los columpios se alejaron como si fuesen los pétalos de una flor floreciendo en primavera, y cuando caían y parecían descender sin salvación, la oscuridad reino nuevamente.
¡Vuelvan pronto!
Gritaron los dos.
¡Como gran final les dejamos a la cantante Aerilla! ¡Y a su corista Hidey!
Diciendo esto, las luces en forma de círculos regreso al centro para dejar ver a una mujer con cuernos de chivo, cabello ondulado color negro, piel blanca casi como perla, piernas de venado dobladas, manos normales con uñas de león, y un ojo tapado pero el otro era azul, tendría unos diecisiete años.
A lado un niño de trece años con un cuernos un costado, piel igual, cabello rojo muy obscuro, ojos cafés, delgado y normal. Aparentemente normal.
La ropa de ambos estaba demacrada, pero el de la chica era un vestido largo.


La chica se acerco a un micrófono amplio, se levanto y canto.
La canción más bella de todas, con una voz magnifica. Una ópera totalmente asombrosa. Un tono de voz perfecto para cada nota.
Una melodía que se adentraba y dejaba un sentimiento a flor de piel. Triste pero alegre a la vez, un cántico celestial.
Iniciando con algo lento pero con picos fuertes y llamativos. Con ondulaciones más que majestuosas. Algo sin palabras.
La gente lloraba de lo hermoso. Lloraba de lo encantador.
El pequeño niño se levanto y canto, haciéndole coro con más de cuatro voces, con más de seis instrumentos ayudaba a deslumbrar cada nota que salía de la boca de esa chica deforme.
Hasta que al final una gran nota, fuerte y estrepitosa resonó en toda la carpa… En todo el circo. Todos dejaron soltar lágrimas de una manera rápida pero fluida, con un final de tres violines, un arpa, dos personas adultas haciendo armonía y la voz principal con un tono espectacular. Un matiz asombroso. Un ambiente triste y alegre. Una canción de vida y muerte.
Y acabo.
La personas se levantaron aplaudieron como si no hubiese un mañana. Todos con gritos y chiflidos, tweets y publicaciones expresando algo asombroso, pero el grupito de Gabriel no le terminaba de convencer algo. Todos en los celulares con mensajes y mensajes honrando ese circo. El circo de los deformes.
Horas después todos los presentes se fueron, y llegaron otros, repitiendo lo mismo, pero sin aparecer el maestro de ceremonias, en ninguna.
Y al final. El circo se quedo a oscuras. Y al fin, el maestro de ceremonias apareció enfrente de dos grandes jaulas con animales adentro. La sombra estaba de espaldas pero el contenido de ellas eran animales, eran humanos. El público.
Las atracciones se acercaron y rieron.
El maestro ha aparecido.
Capitulo 1
¡Vengan que el circo llego a la ciudad!

E
n la pequeña ciudad en medio de un enorme bosque una figura increíblemente grande gritaba y exclamaba con una sonrisa artificial de plastico cubriendole:
¡Vengan, vengan sin miedo!
La gente que pasaba por ahí cargando sus bolsas de plástico esperaba a que fuera a hacer alguna maniobra o algo por el estilo. Pero como era de pereveer, se iba sin tomar en cuenta lo que decía.
¡Vengan a ver el nuevo circo a las afueras de la ciudad!
Solo los niños pequeños y sus padres se acercaban a ver de que se trataba, preguntaban el costo, el lugar y la hora de las funciones. Quedando en la misma desición que tomaron antes de preguntar: no, gracias.
Entrando la tarde un grupo de chicos entre dieseis y dieciocho años se acercaron a tomar unos cuantos volantes.
 Hola, ¿nos podrías dar unos cuantos volantes?  
Pregunto uno de los chicos, cabello negro, ojos café. Usando un pantalón de mezclilla y una chamarra azul.
Pero por supuesto  
Respondió el hombre alto dando los volantes.
¿De qué metal son esas piernas? 
Preguntó un chico de cabello café ondulado y ojos verdes como las hojas de los árboles. Chamarra negra, pantalón color mostaza y guantes de cuero.
¿Estás piernas? No son de algún metal al cien por ciento.
Respondió con naturalidad el hombre, demasiada.
¿Cómo? Seguro son bases o algo, es imposible que alguien tenga piernas así.
Explico una mujer, cabello rubio y ojos azules, chamarra crema y pantalón negro, quien se acerco al hombre y le toco la pierna; muy inusual.
Es extraño, como si tuviera pulso y tiene calor.
En ese momento levanto el rayado pantalón. La sorpresa que se vio fue expuesta en la cara de horror de la chica.
-Niña estúpida- Pensó el individuo alto.
¿Pero?... No es normal, ¿Qué eres?
Dijo titubeante y con tono desigual, ahogando un grito.
-Simpático-
Esa era la sorpresa, en este circo. No somos farsas… Nosotros somos así: ¡Deformes!
Exclamo inspirado el hombre.
Asombroso, ¿a qué hora es la función?
Pregunto otro chico asombrado, no asustado: asombrado.
Con lentes, ojos cafés –Una mirada encantadora- Chamarra de cuero, pantalones ajustados y cabello amarillo, era perfecto… Y encontrar a uno en el primer día fue meramente:
 –Suerte- Pensó, y luego dijo:
Ocho, a las ocho en punto es la primera función. ¿Les gustaría ir?
Por supuesto.
Dijo el chico, uniéndose dos jóvenes más, la chica estaba asombrada y más calmada, pero aún así observaba feo al tan peculiar hombre. Que al detallar su cara con la mirada, encontró que era un joven.

Entrando el crepúsculo la gente se fue del centro. Fuentes de agua se apagaron, las luces se encendieron, las prostitutas llegaban y el hombre recogió sus cosas. Una mochila pequeña llena de volantes, y una botella de líquido carmesí.
Tomo pie y se fue lentamente. Observaba las casas, estructuras de dos pisos llenas de niños jugueteando, comiendo y llorando. Adolescentes hablando, chateando o haciendo a otra actividad poco convencional. Adultos trabajando, durmiendo o cocinando. Y mientras daba un paso tras otro, pensaba…
-Cuando daría por ser como ellos… Normales, pero así nací y así tendré que ser. No me imagino otra vida que no sea esta, tengo suerte de salir del circo, a respirar de alguna manera-.
Suspiro, y cuando se dio cuenta, estaba en la entrada a un bosque oscuro y cabrío, las ramas eran manos que se abalanzaban contra él. Su altura era algo asombrosa, eficaz y molesta, ambas a la vez, y camino hasta ver las pequeñas luces que indicaban que la función empezaría. La gente estaba haciendo fila y aparcando los carros, no era mucha gente pero más de la que había imaginado.
Y giró a ver la carpa: morada con líneas amarillas y miradas, focos enormes que iluminaban el cielo, y dos torres. Una más alta que la otra.
Tomo sus cosas y entró temeroso, temeroso de todo nuevamente.
-Desearía estar muerto-.